Artículo Extraños en un tren


Publicado 2020-11-04



Extraños en un tren por Ariadna Rivera

Es un thriller psicológico del año 1951 (basado en la novela del mismo nombre, de la escritora estadounidense Patricia Highsmith) producido y dirigido por Alfred Hichcock; también se considera parte del cine negro (film noir), dada la temática criminal y el estilo visual del filme.

La historia comienza cuando Guy Haines, un tenista profesional, es reconocido en un tren por Bruno Anthony, un hombre muy amigable y elocuente; Bruno, tras declararse fanático del tenista, comienza a discutir detalles de la vida privada de Guy y lo incomoda al deducir que éste quiere divorciarse de su (infiel) esposa y casarse con Anne Morton, hija de un senador.

Más tarde, almorzando juntos en una cabina privada, Bruno comenta que a veces quisiera matar a su padre, y Guy, preparándose para bajar del tren, no lo toma muy en serio; Bruno, entonces, plantea un escenario hipotético para un crimen perfecto: dos tipos se conocen por accidente, sin conexión alguna, y cada uno tiene a alguien de quien le gustaría deshacerse, así que intercambian asesinatos y no hay manera de conectarlos al crimen. Guy, divertido con la idea, se dispone a bajar del tren, pero Bruno insiste, siendo más directo esta vez: yo hago tu asesinato y tú el mío. Guy, un poco más inseguro de que Bruno bromea y con la premura de que viene su parada, le sigue la corriente y sale de la cabina. Sin embargo Bruno, se mantiene fiel a su “acuerdo” y no dejará de acosar a Guy hasta que cumpla con su parte del trato.

Da la impresión, sobre todo en las primeras interacciones de Bruno y Guy, de que existe cierta tensión sexual entre los protagonistas, principalmente por la manera seductora en la que Bruno se dirige a Guy, lo que acentúa el misticismo que lo rodea. Debido a la época, y aún cuando Hitchcock era plenamente consciente de la orientación sexual del personaje, decidió en la edición, reducir un poco la intensidad de la seducción de Bruno.

Es imposible dejar de lado el increíble trabajo de Robert Walker en el papel de Bruno Anthony, quien imprime en el personaje un extraño encanto, y aunque por momentos vemos destellos de tensión y cierta urgencia, se mantiene tranquilo y cautivador incluso en los momentos de mayor estrés.

A nivel técnico, la película cuenta con elementos extraordinarios; Hitchcock era un maestro en la construcción de escenas complejas: en una de las escenas emblemáticas del filme, podemos observar un crimen reflejado en los propios lentes de la víctima; la toma fue tan bien hecha, que un acto tan despreciable resulta casi poético.

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