Artículo Ya no estoy aquí


Publicado 2020-10-23



Ya no estoy aquí por Laura Alcántara

Este filme mexicano, ganador a Mejor Película por los Premios Ariel y con gran recepción desde su estreno en Netflix, es una variedad de retratos donde la realidad que proyecta no impide que la curiosidad, la empatía y la sorpresa nos haga conectar con Ulises, nuestro protagonista mexicano viviendo temas sobre la identidad y la pertenencia.

Esta historia se ubica en la ciudad de Monterrey en el sexenio de Felipe Calderón durante la guerra contra el narcotráfico, empero lo principal es la contracultura kolombiana de que Ulises es parte y se caracteriza por su música, baile y vestimenta. Es debido a que él tiene un grave malentendido con un cartel, que debe migrar a Nueva York donde, inevitablemente, sufre el choque cultural.

Lo primero que destaca es la fotografía de la producción por su fluidez, nitidez, excelentes composiciones, juego de luces y reflejos, aprovechando cada locación mostrándola de una manera estética y muy real. El efecto que logra es el de acercarnos a Ulises y ubicarnos justo donde él está con toda la rudeza o tranquilidad que le representa. 

Gracias a ese trabajo y al gran actor, Juan Daniel García Treviño, podemos conocer mucho de la trama sin un solo diálogo. Con lo cual cada choque o evento lo sentimos junto con él porque lo vemos en su rostro, lo leemos en la imagen e incluso, podemos sentir que nos sucedió a nosotros. A pesar de no tener escenas de mucha tensión, genera el efecto de hacernos sentir paralizados y fríos por lo vivido, o en comunidad cuando bailan. Su ritmo es lento, pero porque lo proyectan como una vivencia, como incluyéndonos en cada evento.

Ya sea en Monterrey o en Nueva York, brota de cada escenario lo más característico de ambos lugares. Incluso si no has ido a la ciudad de Nuevo León se distinguen aspectos sumamente mexicanos, que representan de forma adecuada nuestro país. 

De la mano, el lenguaje que usan es muy característico usando expresiones como güey, sobres, carnal, al chile, entre otras y una vez que Ulises viaja a Nueva York se vuelve aún más clara la complejidad e interesante el uso de las palabras. Estando en Estados Unidos, Ulises encontrará consuelo por un momento al mismo tiempo que busca seguir firme a su identidad y lucha por pertenecer sin dejar de ser auténtico.

Parte de la riqueza de esta cinta es la importancia que tiene la música, tanto para Ulises como para expresar diversos significados. Cada vez que él intenta disfrutar y compartir su música de cumbia colombiana, la gente lo rechaza. 

Con toda la carga de la historia, la contracultura kolombiana y la excelente locación y casting, incluso parece que vemos un documental o una crónica que vivimos lado a lado con Ulises. Al sentirnos parte de la historia incluso podemos sentir más empatía sobre la situación que vive nuestro protagonista: sus decisiones, su impacto por el cartel, la migración, el choque cultural y los cambios en su comunidad.

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